14.6.16

La Permanente, por Basilio Pescante


EN MI POSTA la antorcha olímpica la destrucción entró a la librería El Ateneo y fui prendiendo fuego los anaqueles de la planta baja, bajé al subsuelo y regué lava en las bateas, que se comieron el piso superior y los gallineros de más arriba con libros quietos hace años y todas las mesas de la entrada y los acetatos importados giraron como ruedas pirotécnicas, y de frente al furor del teatro en la entrada todo se derrumbaba hacia el centro y al fondo, sobre el cafecito que frecuentaban Galeano y Durán Barba, y las llamas alumbraban mi cuerpo desnudo y lo bronceaban, una onda de calor rozó mis fibras capilares entre el ano y los huevos y una barba de fuego levantó mi aro de oro disparándome a los cielos negros de Buenos Aires como un rayo mensajero. El grupo ILHSA mantenía ficticias ganancias con sus Mondadoris, Planetas y Pene Randoms, me quedaban otras sucursales, los de Carlos Ruiz Zafón, Tom Clancy, miles de libros pedorros carísimos, era el momento de afinar la oferta, el lector argentino no se cae por una crisis económica, sólo los Cogtázags los García Márquez y Galeanos pero Gerard de Nerval Obras completas seguía sin aparecer, la distribuidora Waldhuter trae a Panero y las memorias de Casanova, librerías de usados, en el mercado libre aguantamos y encaramos traducciones de dos trilogías pavorosas para todos los putitos: la Cities of the Red Night y la Alemana.

Laiseca estoquea libros y Garcés y otro nabo le roban escritos, serán decapitados y sus cabezas transplantadas en los farolitos de mi Buenos Aires querido, sus medeas muertas similarán rostros rastas pudriéndose como en Haití. Todos trapichean todo lumpen hacen más menos guita, todos se la agarran con la clase media facha, la progre, la clase media es lumpen pero guarda, que el pozo ascéptico no se le rebalse, ni las cañerías de la mierda, al contrario de Chile, todos los chilenos gustan vivir con un toque de perfume de hez en el ambiente.

Los Vernes del espacio están entre nosotros: El Pibe Burroughs estockea Lamborghinis, L & O, todos agazapados, en el molde, algunos comemocos ansiosos dejan el pucho, se habla de la vuelta del LECOP y sus mercados secundarios, sí, mejor largar bonos, empapelar la ciudad de bonos y hacer correr las mercaderías, las provincias emiten moneda, las mineras contra oro, la Michetti con tu hermana el bono gato para ponerla en los puteríos Moyano de la ruta 34, imaginen la Michetti, la concha necrosada que tendrá, canceroso aro de quarzo enganchado a la silla de ruedas girando su falo manubrio llega primera a ver arder la plaza cultural de Santa Fe y Riobamba, qué horror dice ¡qué horror!
Es la venganza de Prince contra la industria cultural, desde el Paisley Ship ilocalizable mira todo de cerca, apunta a la Argentina para empezar por pura estadística de desembolsos a la cultura por parte del estado y por la cantidad de psicólogos por metro cuadrado, esperando noticias del grupo que iba para Flores a sopesar las excusas de Aira por mantenerse vivo y sodomizarlo con un consolador Tesla. Para recordar: cuando vino Prince a tocar en 1991 había carteles que decían Yankees go Home, o Fuera Yanquis de América Latina, era la guerra del golfo, el tipo no tocó ni un minuto de más, a la noche fue a bailar a Lanús toda la noche con una que al final le cortó el rostro, no se quiso ir con él, y no volvió más.

Ninjas de aleación de látex negro no respiran más que la guasca que se meten por el orto, salimos de negro ultra, con el ano de Brahma entre los huevos llegamos al centro para quemar librerías y bibliotecas, ver arder las humanidades, la literatura, ya quemamos Adán Buenosayres por no renovar stock en años, librería vergonzosa, el flaco de barba blanca hijo de puta miserable, y los empleados y gerentes de El Ateneo hoy, si venden aspiradoras o libros, cafeteras, electrodomésticos, les da lo mismo, de rodillas sin dientes chuparán pija hasta que sus rostros sean borrados y la furia cló cló Laclau-tilde Sex Machine suba el Overdrive y levante la guitarra.

Y todo por unos odios y un argumento cló cló odio aspavientos, mejillas turbias como lagos paspados, por no mearse encima pero con el forro de la noche anterior olvidado puesto carga la bombucha y apoya nalgas en el subte lleno.
Subte lleno de comida, reses cuelgan, se despostan y venden a la vuelta del trabajo, los músicos callejeros que intentan ingresar a tocar también son carneados, pestes comunistas rosas abiertas pulmones negros y meo, todos se mean en el pañal, todos menos yo que el forro de cualquier marca se infla como piñata de dos litros, como un envase familiar de coca cola, meo iriente que crepita las tripas de los mozos músicos, voy a la Random Pene House con el forro lleno de meoglicerina a turbar a los gerentes, subo directo me esperan me piden un Powerpoint y les pelo, me abro la bragueta y le doy al gerente en el cuello, el ácido lo corroe en el acto, de un progre vegano solo queda el aro blanco del ano, una vez vi el ano sin la piel, en el museo de la facultad de medicina, perfecta la raba me la calzo en el falo mendaz, falo mentiroso que eyacula programas de radio de los noventa Hector Larrea, el ruso Verea. Salgo a la vereda y encaro una cueva de barrabravas, tengo mucho meo, ayer fue mi cumpleaños, empezó el viernes en realidad y me guardé todo el meo para salir a bailar la mañana, el gordo me dice querés cien dólares gordito y lo escupo, me atenazan el cogote dos patovicas y mi falo de elefante se yergue curvo hasta la cara que al oído me decía fuiste gordito y se traga su cabeza y lo sacude golpeándolo por las paredes hasta desmembrarlo, reviento la caja, 23 mil 200 dólares y algo, bajo por la escalera y me meto en El Ateneo de Florida 365, subiendo la escalera mecánica me desnudo y en cuclillas cago, pateo el sorete al morder el borde de la escalera en la cara del encargado del segundo piso y meto en el bolso todos los discos de Prince, el tipo no dice nada, nadie dice nada en las Yennys desde lo del Grand Splendid pero a las dos cuadras me espera la infantería de la federal con 250 tipos y me meto en el subte, le di permiso al comisario para matar a los del gremio de Pablo Moyano, saco la cabeza para aspirar el hedor aceitoso del bochorno subterráneo, siempre salgo con una tira de forros y otra de mielcitas que me meto en el orto para el meo mortal de mi falo fiction.

Siempre vid, siendo joven, 40 pirulos, moliente, picado grueso como ayer en las bateas regias de la cadena de librerías y discos, si vendieran si fueran electrónicos, una tienda madre del placer, tantas veces quise unirme pero vuelvo, vuelvo a por un libro de día del padre uhh-uhh(Bataclan 2002), siendo así que me quedan cero pesos igual todo acá, las carnizas, el alimento de las perras mis puchos mi rigor hirviente, la llaga canta falsetto pero no salgo, el médico me da horario en el centro y sólo salgo a la mañana para volver a mediodía, cinco y media pm es muy tarde para volver de noche por ese boludo, todo el día en el centro sin un peso, en el ruido, sin poder hacer popó, porqué no hay forro del ano solo pañal. Prince dice que se va a la cama ahora, ah estoy tan cansado y hay que seguir viviendo, quién pudiera tomarse el Fentanyl como aquella vez que me operaron los pólipos y me llevaron unos aliens en su nave.

Llenar y llenar 15 mil carillas con el candor de un grano de mostaza fuera de la atmósfera, una malla de semillas en la piel y crecen plumas, plumas crecen de semillas en los poros, los millonarios, las aves el codorniz, qué bello pájaro, encima pone huevos, la tortilla de sesenta huevos de codorniz y una botella de ron, o sesenta botellas de ron y un huevo de codorniz, como dijo el tío de Isidoro en una que encontré de colección en Mar del Plata enero del 85’.

Y hay que ver en los párrafos retardados el tino, el abismo en un segundo que tropieza de carcaza en la cara anillada de un seunte en pleno sueño, y Fito Páez volvía a la psicodelia y Prince ya estaba en el siglo 22 con el teclado, vean los temas de New Orleans, escucho Le Bataclan 2002, Whole Lotta Love, el Aftershow que se vendía en la página de la NPG en el 2004 lo encuentro ahora colgado en el blog de un piratero con audio excelente, y el sábado reventaron un boliche gay en Orlando, otro insecto de esos, descendiente de afganos, su padre dice que los homosexuales deben morir, después de lo que hizo el hijo, tendrían que meterle un gancho de res en el ojete y despostarlo para distraer a los tiburones que acechan las balsas que huyen de los Castro, la ex dice que le pegaba que se enojaba si no le planchaba bien la ropa y nadie llama las cosas por su nombre dice Trump, fundamentalismo islámico radical, me gustaría robarle el traje de Iron Maiden a Burroughs y volar todos esos países posnazis, ay ay todas las páginas que tendrán que sufrir para que plugue el misterio consolador, sin veras, sin llantos, la gragea de muerte, la picada, una nuez de muerte, maní de fiambre, Trump comiendo maní, guiñando el ojo, ya sabemos, el párrafo en el desierto, vuelan las letras en torbellinos de arena. El punto es esencial para recordar algunas lecturas y audios de la mañana, nos quedamos en casa, donde la pulpa de membrillo se filtra en el ron de la tarde, donde se habrán metido, prometieron una botella de ron, el Jagermeister parece Fernet o Cynar más fino, no puedo seguir fabulando con el alcohol ni dejar de atontarme con la medusa teléfónica, ahora que escribo para un solo sexo, y todos los críticos me aman en Kyoto.

Y él lo sabe

Consolatio Turbinium se llama la canción de los mares, en la mirada del Telekino me despido para siempre de las honduras telenómicas las hayas fantasmales y el trigo ardiente de los manzanos y las dulces nalgas de los enanos palorosa en las veredas del convento de Santa Teresa, entre calles René Houseman y Bordolino de plena capital, y le canto a la marea y mis ojos, mis ojos de la flaca miran las aguas cristalinas y para siempre el cuerpo rebate y adelgaza y toma un nuevo habitante de Atlantis, las algas nervadas caminan como zarzas y los ojos se esconden en los amansamientos salobres como plata que no brilla ora sí, y veo al fabuloso, a Snippet.