3.10.15

La vidente trans, por Gonzalo León


Entre 2004 y 2010 escribí crónicas en la edición del domingo del diario La Nación de Chile, que trabajan un yo narrativo fuerte, un tono que hoy considero extraño. En 2006 apareció un primer compendio de ellas con el título de Punga. En 2010, luego de nueve meses en el gobierno, el ex Presidente Piñera cerró el diario en su edición de papel, y más tarde se borró el archivo digital, por lo que de estas crónicas no quedaron rastros en la red. Quizá ése sea uno de los aspectos que hacen que aparezcan como inéditas, nuevas incluso para mí. Las que aparecen aquí son, salvo dos o tres, del 2008, año en que muere mi madre en la ciudad de Viña del Mar, mientras yo pasaba unos días en Buenos Aires. Intentando hacer una primigenia selección de este volumen me fui dando cuenta de que casi todas las que antologaba eran de ese año, decidí entonces que ése sería el criterio, pensando que la muerte de mi madre había sido lo suficientemente importante como para eso.



LA VIDENTE TRANS

Imaginemos a un joven que dice ver a la Virgen en un cerro, en plena dictadura, y a cientos de miles de personas que lo siguieron. Pensemos en el mismo joven años más tarde creando una secta y diseñando un uniforme para ella, y a unos viejitos transformándose en sus fieles seguidores. Volvamos a ver al mismo joven intentando mimetizarse con la figura de la Virgen, cambiándose de sexo, y su posterior muerte a causa de cirrosis. Bueno, este podría ser el resumen de la vida de Miguel Ángel Poblete o Karole Romanoff.
Intentemos mejor otro comienzo: “La realidad es la única película que nos quita el sueño / Las apariciones de la Virgen serán irreales no así la aparición de / los agentes de la realidad / Ellos son los únicos autores terribles Ellos son los únicos / sádicos cineastas”. Así se refería Enrique Lihn en su libro homónimo a la aparición de la Virgen. Y esto, o la creencia de que las apariciones en el cerro Membrillo de Peñablanca fue un montaje de la dictadura, es lo que incomoda a los seguidores de Miguel Ángel o Karole, congregados en los Apóstoles de los Últimos Tiempos International, una secta católica con presencia en Estados Unidos, Panamá, Bolivia y Argentina. O al menos eso cuentan sus seguidores que se encuentran congregados cual hormiguitas en uno de los accesos del Cementerio General. Todos ellos, o sea hombres y mujeres, lucen impecables uniformes: chaqueta lila, pantalón negro con una línea al tono y zapatos negros.
Muchos de los presentes desconfían de la prensa, y yo les encuentro razón. Me fijo en sus insignias, en lo de Apóstoles de los Últimos Tiempos International, y pienso que lo de “últimos tiempos” está bien puesto porque estos vejetes en cualquier momento se mueren. De hecho tengo miedo de que a alguno le de un ataque o algo parecido. Luego de varios minutos, por fin alguien me explica qué es esto de los Apóstoles de los…
—Somos una agrupación religiosa que cree en Cristo y la Virgen.
—Sí, pero no somos satánicos —interrumpe una mujer—. Somos católicos, pobres y honrados.
           

Después de que a las 4:04 de la tarde arribara al Cementerio General el cuerpo de Karole Trans en una camioneta de Funeraria Villa Alemana, los vejetes de lila caminan detrás del féretro cantando, incluso en latín. El ataúd café claro se instala en el velatorio de la capilla del cementerio y sin previo aviso todos los vejetes ingresan y se quedan ahí cantando y rezando, apretujados.
Afuera los ojos me lloran producto de la alergia que no me ha dejado tranquilo en más de dos semanas. Afuera un funcionario del cementerio le exige a la segunda en jerarquía de la secta y pariente del senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle, María Isabel Albónico Kaulen, que le pague noventa mil pesos.
—Si quieren, me pagan mañana —dice el funcionario, pero Isabel, como es conocida dentro de la secta, le responde que no va a venir especialmente a pagar mañana—. ¿Hasta cuándo se quedan? —interroga el funcionario.
Al final un hombre que acompaña a Isabel le pasa un cheque por cuatrocientos mil pesos. Luego Isabel regresa a la capilla para poner orden, cuando las personas vestidas de civil entran:
—Hagamos una sola fila y den la vuelta por detrás del féretro.
            Como una señora se quedó afuera, le pregunto si conoció a Karole.
—No, yo vengo acompañando a alguien —contesta señalando a Gladys—. Converse con ella.
La señora le toca el hombro a Gladys, me presento y le consulto por las principales características de Karole.
—Mire, ella era una persona muy normal y muy cariñosa y bondadosa —responde, y yo me detengo a pensar en el significado que tiene para ella la normalidad.
—¿Vio a la Virgen alguna vez? —pregunto.
—Creo que sí. Yo fui a Peñablanca por la vidente, pero estando allá, sentí el olor a incienso y a rosas, aunque sería importante que los periodistas dijeran la verdad.
Difícil, pienso yo. La verdad es importante en las religiones, pero no en el periodismo.
Pero volvamos a los miembros de la secta, en donde hay un tres o cuatro albinos, y también Lily, a quien le cuento que el domingo pasado estuve en la procesión de la Virgen del Carmen. Ella asiente con la cabeza, y yo aprovecho para preguntarle si cree o no que haya sido coincidencia que la vidente haya muerto un día antes del día de la Reina de Chile.
—Yo creo que nuestra madre así lo quiso y la vino a buscar —asegura—. Pero aquí le quiero decir una cosa: la prensa se fijó en el instrumento y no en el mensaje. ¿Cómo haya sido el instrumento? Eso no importa. Pero además la televisión se centró en el cuerpo de Karole y en todos los cuerpos de esas señoritas llenos de silicona, cuando lo verdaderamente importante es el alma.
Enseguida nombra otras apariciones: Fátima, la del Indio Diego.
—En todas estas apariciones el Señor jamás ha escogido a un médico o a un científico. La Virgen dijo a través de Karole “yo soy la Inmaculada Concepción”. Karole no tenía conocimientos para decir esa verdad, pero la dijo y cuando era una niña. Entonces es cierto, y debemos darle las gracias por habernos entregado el mensaje.
Guillermina, la compañera que tiene a su lado, no logra contenerse y se queja por los excesos que ha denunciado la prensa sobre la vida de Karole.
—¡Y qué tanto escándalo por tomarse sus cervezas! —exclama al cielo—. Mire, ella tenía que vivir en el mundo, y el mundo lamentablemente hoy es alcoholismo y drogadicción. Además, recuerde que Jesús también fue perseguido. Si hasta ese tal Leonardo da Vinci dijo que había tenido algo con María Magdalena.
Intento corregir a Guillermina y decirle que Da Vinci jamás dijo eso de Jesús y que fue Dan Brown el culpable de tamaña barbaridad, pero me abstengo.
Hoy el día está cubierto y desde el cielo caen algunas gotas, que algunos miembros de Apóstoles de… interpretan como lágrimas de “nuestra Señora”. En pocos minutos comenzará el responso; sin embargo, como ayer quedé con la duda sobre a qué se refiere el término “International” en el nombre de la secta, abordo a Elizabeth, quien responde que para reforzar el carácter internacional, muchos rezan en un idioma distinto al castellano.
—Por ejemplo mi hijo de veintiún años reza en ruso —agrega.
Más tarde me enteraré que Karole Trans, como estímulo, nombró embajadores de países de los Apóstoles… para que difundieran el mensaje de la Virgen por todo el mundo. Un señor canoso, sin ir más lejos, es el embajador de Albania, otra mujer es la de Bostwana, una más allá la de Canadá.
Son cerca de las 11:30 cuando María Isabel Albónico Kaulen se acerca y me dice que están muy felices por cómo Chilevisión Noticias se refirió al velatorio.
—Así es que por favor no me pongan mal, porque tengo suficiente con que mi hijo del medio se avergüence de mí.
—Antes que se entre a la capilla, ¿es verdad que le cortaste las venas a Karole después de muerta?
La mujer suspira y, con una sonrisa de sacerdotisa, dice que ella se lo pidió. Isabel ingresa a la capilla y pronto las personas que han ido llenando el cuadernito de condolencias la imitan. Cuando el ataúd es introducido a la capilla, Hoppe me dice al oído:
—Me gustaría que contaras esto de manera muy positiva.
Quedo mirándolo fijamente a los ojos.
—Te imagináis si todo lo que dicen estas viejas llegara a ser cierto. Bueno, yo voy a entrar, ¿y tú?
Yo me quedo husmeando en el cuadernito de condolencias: “Karole deseo de yo y esposa Ana María Munita que alcances la gloria celestial muy luego” y “Espero que gracias a tu bondad y amor encuentres junto al Manolo la alegría que solían tener junto a nosotros”. Intento imaginarme quién cresta es el Manolo: un pololo, un perrito, un gatito...
Ingreso a la capilla y observo al cura Leoncio Moreno en plena misa: gesticulando con los brazos frenéticamente, motivando a los vejetes de Apóstoles de los Últimos Tiempos a participar activamente. Parece un miembro más de la secta. Algunos de estos vejetes lucen pañuelos sobre sus cabezas: negros, blancos, con puntitos. Una mujer registra todo en una cámara digital y otras tantas con fotografías.
La misa resulta bien solemne. De hecho, cuando el sacerdote lee el Evangelio, elige la parte en que Jesús está en la cruz y el de la izquierda o derecha le dice algo así como si eres realmente el hijo de Dios, por qué no te salvas. Da la sensación de que el cura acaba de comparar a Jesús con Karole Trans. Luego, pasa la Biblia abierta por el féretro y ordena tomar asiento.
La misa termina con un solo conflicto: cuando una señora se pone a leer algo, en vez de tratar a Karole como “hermana”, lo hace en masculino, lo que hace que Mónica, una mujer vestida con un abrigo de cuero negro largo, la interrumpa con un “amén”. Pero la señora insiste y vuelve a equivocarse, y Mónica repite “amén, amén”, con lo que toda la concurrencia detiene a la señora, que después se disculpará ante el sacerdote. Mónica, al parecer, junto a Isabel son dos de las jerarquías más altas de Apóstoles...
El féretro es trasladado por las calles del Cementerio hasta la tumba donde descansará Miguel Ángel, Karole Trans o Ángel Karole. Me fijo en la tumba, que es profunda y espaciosa, como para varios miembros de la secta, y resulta que tiene el nombre de Miguel Lastra, un hombre que murió un año después del Mundial de Fútbol de Chile 1962.
Antes de introducir el ataúd en la tumba, algunos se despiden a viva voz, otros lloran, y yo aprovecho para recordar nuevamente el libro de Enrique Lihn y ese pasaje que dice: “Ave Purísima / Líbranos de tus falsas apariciones / No hagan de tu nombre contraseña / Ni de tu tronco, leña los irreconocibles”.

1/10/2008