3.8.15

Poemas sobre el amor, por F. Derrey



VINCENNES

Soñé que dormíamos en la negrura del bosque de Vincennes
entre los lagos congelados de enero –nuestros sueños
desnudos bajo la lluvia invisible, bajo el haz invisible del tiempo,
y nuestras manos una con otra, hasta el amanecer blanco–.
Sí: Maia y yo entre las tapias heladas donde entraba mi sueño
durmiendo a salvo en la esperanza de estar lejos.
En Vincennes soñé a su vez con la negrura y la esperanza
de la primera noche en ese hotel de la calle Río de Janeiro
donde acercaste un beso deliberado pero con algo de miedo
o segura de hacer lo definitivo (era vernos para siempre
en medio de los empinados años, dudando
de nuestras fuerzas, entre el abismo y las arrogancias del arte
o bajo el cielo glacial de Vincennes, dudando
juntamente de todo
menos de estar juntos).


LA CIUDAD

La escena de mi cuerpo inmerso
en la coraza de tus ojos
o la ciudad temblando como un atardecer
en el agua agitada.
La mejor ciudad es la ciudad del amor.
Caminamos sus teatros, su rambla, sus playas
como un alunizaje incompleto
al fondo de mi memoria.
Todo lo que perdimos o dejamos pasar
se olvida más allá de este paisaje.

*

Quiero besar el secreto de esta melancolía
como labios en mi cuerpo por primera vez.


ECOS

cuando dejo de tañer mi contrabajo –a medianoche
o en los últimos instantes de luz– el reloj
pulsera que me dio mi viejo tras echarme
a llantos de su casa y más sutilmente
de su vida –si es que el invierno y mi desnudez
son breves ejemplos de lo sutil– ese reloj
de acero, pesado y oscuro, recorre mi brazo izquierdo
como si hubiera más bien tañídome el cuerpo
hasta perder el peso de mi respiración
o de un recuerdo borroso, fugaz
quizás deje algo mío perecer ahí, quizás mi repentina
delgadez es la secuela de un esfuerzo mayor
pues eso ocurre con las formas ulteriores de la soledad
–al crecer súbitamente el río
muchos pueblos desaparecen o perdura
apenas un campanario en la inmensidad del agua–
quizás es mi respiración que va creciendo
como un río sin mesura
ajena a las tenues dimensiones de la oscuridad
& solo entonces no temo perderme
ni que mi brazo izquierdo mis ojos cesen como los años
al pensar en ellos, solo entonces
pervivo Yo como el campanario
o el peso del alma
o tu respiración.


AMIGOS

(ils ne peuvent plus que m'aider à vivre)

la esperanza, esa película trillada que nunca
alcanzo a terminar sino apagándolo todo
-pero el amor es neuronal, dice Mathilde
y los poemas de mis amigos son mi pócima: una invención
nocturna de cuartos cerrados, otra solitaria mañana
atrapada en un domingo permanente hacia las 6.


JULIO 2014

Quise decir te extraño
estos últimos meses o el gradual
congelamiento de la esperanza
hasta volverme un granizo endeble
que el viento arrastra con desgano e intensidad.
Ahora, soy la presa inútil de una ciudad que palidece
como un horizonte comprimido
en un espejo retrovisor. Las avenidas desiertas,
las plazas grises, la diminuta escena
de una soledad que no logro mensurar.
Al comienzo del invierno,
como veleros en puertos silenciosos,
como el granizo que el viento arrastra
lejos de las cenizas
de esta furiosa historia.



Tomados de: F. Derrey. 20 poemas sobre el amor ( & una historia desesperada)