2.11.14

Viento calado, por Alejandro Cesario




¿Por qué estaba abierta la puerta?

Siento temblar a la ciudad
¡escucho gritos!
Los oscuros y asquerosos rascacielos
están desnudos.
Escucho el sonido de un tren
eso me da algo de calma.
Los pasillos del subte huelen a fracaso
la gente se atropella sin necesidad.
Algún escupitajo moja una vereda mugrienta,
por mis venas corre algo de melancolía,
no mucha, lo suficiente como para sensibilizarme
ante tanta putrefacción.
No voy a torturarme en pensar en mis horas perdidas.
El recuerdo de la puerta del garaje abierta es imborrable
la muerte se presentó de lleno.

     El humo de la chimenea. Ediciones del Dock, 2009.

El deseo

Una simple alucinación, aunque quizás moribunda.

Nos costó llegar, tuvimos que cruzar un bosque con árboles gigantescos.
Cuando llegamos al pie de la montaña no había más de veinte casas.
El tiempo parecía haberse detenido.
Los pocos habitantes parecían hermanados,
los niños jugaban libremente.
Eso sí, el viento soplaba con furia, con mucha saña.
Esa noche había una fiesta, ¿qué se festejaba?
La llegada de los nuevos habitantes.

El lugar parecía estar fuera del mundo.


     Fragor de borrascas. Ediciones del Dock, 2011


Condenados


Balumba de papeles.

Una jerga aprende de otra jerga.

En una misma mesa
unos escriben poesía,
otros falsifican dinero.

Ambos roban,
trafican despojos

y ambos están condenados
a seguir al papel
sin recibir el tonto premio de la eternidad.

Y ambos
necesitan del silencio cómplice.

     Estación de chapas. Ediciones del Dock, 2013.


Changas

Chau Roberto
seguí pedaleando a la todo terreno,

atrás dejaste la estación de Munro,
el cementerio de tus sueños
y el nunca terminado revoque glacial de la pensión,

la pesada mochila sobre la espalda
te está matando.

Viento bravo
de la peor calaña capitalista,

te bajan de costado
y la levantan en pala,

después te dejan
como desaparecido social,

sin gremio, sin sueldo, a la deriva.


     Estación de chapas. Ediciones del Dock, 2013.

Dolor absurdo


En los trenes
me aferré
a la palabra más bella:

libertad.

Aprieto las manos.

Silencios penetrantes bajan del descampado,
aúllan dolor.

Aciago momento.
Realismo brutal.
Mi rostro es de rabia.

Cadenas y candados
y el odio se hizo crisis lentamente.

Aire cipayo.

El fin del ferrocarril.


     Estación de chapas. Ediciones del Dock, 2013.