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Los Ovnis de Oro de Ernesto Cardenal: “Mayapán” y “8 Ahua”, el ciclo de la historia, por Pasionaria Ramoneda






Entre 1927 y 1933, el Ejército Popular, impulsado por Augusto César Sandino, combate contra los Marines norteamericanos para librar a Nicaragua de la dominación estadounidense. Reembarcadas las fuerzas, Sandino pone fin a la lucha, pero es asesinado un año después, en 1934, por instigación del jefe de la Guardia Nacional, Anastacio Somoza. Éste representa para los intereses de Estados Unidos un método concreto de dominio “colonizador”. Contando con este respaldo, Somoza derroca al presidente Sacasa en 1937, y asume el poder imponiéndole a su país una dictadura personalista y partidaria, ya que se vale de las estructuras del antiguo Partido Liberal Nicaragüense, para organizar su mecanismo político de gobierno. En este contexto, el catolicismo, aún el más aristocrático y conservador, conforma un cuerpo doctrinario tanto en el terreno popular como en el de la elite, donde se sostiene y expande una práctica moral antisomocista. A este movimiento se suma en la década del ’70 la Teología de la Liberación donde cristianismo y marxismo se aúnan, siendo esta corriente teológica la que da nuevo impulso a la poesía de Ernesto Cardenal.

Ernesto Cardenal nace en la ciudad nicaragüense de Granada, en 1925. De niño asiste a un colegio jesuita en la capital liberal de León y se gradúa como bachiller en la conservadora Granada. Es en esta ciudad donde Cardenal entra en contacto con el movimiento vanguardista del ‘20 y el ’30, siendo su fundador José Coronel Urtecho, quien a su vez lo familiariza con la poesía norteamericana. En 1943, pasa a México, estudiando Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma y licenciándose en 1946 con una tesis sobre poesía nicaragüense. En esos años escribe poemas amorosos, y publica su primer libro, La ciudad deshabitada. Estas poesías del origen revelan aún “las influencias de la vanguardia y una falta de contrastes tonales: característica que se opone directamente a su práctica posterior” (Diccionario Enciclopédico de las Letras de América, Tomo II, “Ernesto Cardenal”, dir. gral.: Medina José Ramón). Sin embargo, los poemas que realmente pueden considerarse como de estilo propio son los que escribe en Nueva York, en 1949, mientras estudia en la Columbia University. Es durante esta estadía en Estados Unidos que Cardenal entra en contacto con la poesía de la Beat Genereation como así también con la de su precursor Walt Whitman. “Si se compara a la poesía de los Estados Unidos durante el siglo XX con una planta diríamos que sus raíces llevan la marca distintiva del siglo XIX y se alimentan, a veces ignorándolo, o a veces rechazándolo, con la obra de tres autores: Emily Dckinson, Edgar Allan Poe y Walt Whitman.” (Perednik Jorge Santiago, “Estudio Preliminar”, en: Los cantares y otros poemas, 1983). De éste asimilará la utopía de la comunidad del amor, entendida como la democracia practicada a través del trabajo, el ocio, el juego, la contemplación, el placer sexual y la amistad. De poetas como Pound, Williams, Cummings, etc., tomará algunos conceptos claves para su poemática como son algunos de los principios del manifiesto del movimiento imaginista, aparecido en la revista Poetry, en el número de marzo de 1913:

1) Emplear el lenguaje de todos los días, pero usando siempre la palabra exacta,
no la palabra aproximada o meramente decorativa.
2) Crear nuevos ritmos como expresión de nuevos estados de ánimo, y no calcar los viejos ritmos [...]. Luchamos por el verso libre como principio de libertad.



O la necesidad de una crónica poética de la humanidad como elabora Ezra Pound a partir de tres ideas base: la del héroe, la de lo económico como el mal de la humanidad, y la de la búsqueda del paraíso como fin de la historia. O también la de una reproducción de la realidad para lo cual se hace imprescindible la inclusión de párrafos en prosa, como hace Williams Carlos Williams, o del componente fónico, al modo de Cummings.

Por ello, su estilo puede definirse, a partir de este momento, por ciertos elementos característicos que lo acompañarán a lo largo de toda su obra:

1) El escamoteo de lo abstracto y la primacía del detalle concreto que pasa de lo específico a la generalidad.
2) El uso del verso libre, que si bien está casi exento de metáforas e hipérbatos, en cambio admite muchos recursos tradicionales: aliteración, anáfora, símil, sinécdoque, etc.
3) La importancia del aspecto visual, ya sea en la extensión y disposición del verso sobre la página o en la utilización de ciertos pictogramas.
4) Un lenguaje simple y abierto a todas las corrientes, incluso a las vistas como antipoéticas: informes, estadísticas, titulares periodísticos, obscenidades callejeras, palabras en otras lenguas, etc.
5) La destemporalización del verso: compresión de las épocas en ciclos eternos por medio de la expresión poética.


A estas características, Cardenal las denomina exteriorismo, lo que denuncia una poética ya elaborada, desarrollada y personal. Para él:

El exteriorismo es la poesía objetiva: narrativa y anecdótica, hecha con elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía impura... Considero que la única poesía que puede expresar la realidad latinoamericana, y llegar al pueblo, es la exteriorista.

(Citado por Beverley John en: Del “Lazarillo” al “Sandinismo”: Estudios sobre la función ideológica de la Literatura Española e Hispanoamericana, “Cap. 6: Escribiendo desde la revolución: A propósito de Ernesto Cardenal”)


Ya en 1950 deja sus estudios en Nueva York y regresa a Nicaragua, donde se lanza plenamente a la actividad literaria y política. Publica Hora 0 y Epigramas; promueve la poesía nicaragüense con la pequeña editorial El Hilo Azul; junto a Coronel Urtecho traduce a los poetas de la Beat Generation; y participa en actividades de la resistencia antisomocista. Una vez comprometido ya con la política y la poesía siente también la necesidad de sellar un compromiso con Dios, por lo que ingresa en el monasterio de La Trapa, en Kentuky, en 1956. Allí estudia por un tiempo con el místico y pacifista Thomas Merton, quien será la última influencia fundamental en su formación. Para Cardenal, la vida y obra de Merton ilustran el cristianismo fiel revelado como amor al prójimo que lleva al activismo político en su manifestación más auténtica y precisa; y como la ausencia de posesiones personales, la desconfianza en el materialismo y la creencia en el arte como valor estético y de funcionalidad práctica. La poesía es desde entonces, para Cardenal, el vehículo más adecuado para tan alta misión, y sus temas abarcan la realidad presente con todos sus defectos, frente a otra realidad futura que el poeta anhela ayudar a crear mediante su labor social y su palabra literaria. Para él, política y fe no son hostiles, sino que por el contrario una desemboca en la otra y ambas constituyen un elemento esencial en la conformación de su obra definitiva.

En 1959 se retira del monasterio por motivos de salud pero sin ordenarse sacerdote. Si bien durante este período no hizo poesía, los apuntes que escribe en Kentuky le sirven después para elaborar las cavilaciones de Vida en el amor, de 1970, y las reminiscencias de Gethsemani, de 1960. Este último libro lo escribe en Cuernavaca, México, en donde Cardenal estudia nuevamente teología aunque tampoco consigue ordenarse. Allí también nace el Estrecho Dudoso, como producto de sus intensas lecturas de historia americana. Es recién en Colombia, en La Ceja, Antioquía, donde termina su preparación para el sacerdocio ordenándose en 1965. En ese año, también termina Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, iniciado en Cuernavaca; escribe sus imponentes Salmos; y compone parte de su Homenaje a los indios americanos, publicado en 1969.

En 1966, realiza el proyecto de Merton, una especie de monasterio laico que reúna fe y activismo, al fundar en una isla al sur del Gran Lago de Nicaragua, la comunidad de Nuestra Señora de Solentiname. Desde ese año y hasta su disgregación durante la Revolución de 1977, Cardenal fue la cabeza visible del monasterio lo que no le impidió la profusa escritura de obras como el memorial En Cuba (1970); Canto Nacional (1972); Oráculo sobre Managua (1973); El Evangelio de los campesinos de Solentiname (1974), documento sobre la experiencia de los campesinos y pescadores de las islas del lago de Nicaragua; antologías de poesía nicaragüense y cubana; y la miscelánea de La santidad de la Revolución (1976). Con el estallido de la Revolución Sandinista la comunidad Solentiname es destruida en represalia a una de las primeras acciones militares de levantamiento que varios jóvenes integrantes de la comunidad llevaron a cabo contra el régimen somocista. Tras esto, Cardenal es enviado al exilio, y desde allí se dedica a representar al Frente Sandinista de Liberación Nacional, iniciando una etapa de abandono de su poesía al entregarse casi exclusivamente a su labor política y social. A la caída del somocismo en 1979, es nombrado Ministro de Cultura por lo que no se dedica a escribir con asiduidad, aunque igual aparecen publicados, Tocar el cielo en 1981 y Vuelos de Victoria en 1984. En 1988, deja el ministerio y pasa a residir en Managua, volviendo nuevamente a la poesía, con la publicación en 1988 de Los ovnis de oro, versión parcial de un futuro homenaje a los indios americanos ampliado, que retoma el tema histórico y que incluye el poema “Quetzalcoalt”, ya publica-do en 1985 como libro.

Para la indagación poética de los temas históricos, Cardenal introduce en su obra documentos primitivos y coloniales que le abren, no sólo un camino de búsqueda sino también de encuentro con las viejas ciudades olvidadas del Nuevo Mundo. Encuentro que permite un acercamiento a lo utópico de América y se convierte en esa predicción de lo que debería volver a ser la historia del continente. Así, en todo este ejercicio escriturario, podría verse una intención de reelaboración de los grandes temas americanos, una recreación del pasado que se proyecta hacia un futuro, pero al mismo tiempo, una reescritura de las fuentes históricas precolombinas, lo que produciría en su poesía una ilusión de escritura oral. Porque si bien él se vale de esas “escrituras” americanas, es necesario tener en cuenta que ellas sirven, ante todo, para almacenar datos, para fijar una visión del mundo ya consagrada, para archivar las prácticas y representaciones de la sociedad. No les incumbe, o sólo en una medida reducida, explorar o planificar el porvenir, jugar (filosofar) con las representaciones: éstas prácticas se realizan en la esfera oral. (Lienhard Martin, La voz y su huella, “Cap. I: La irrupción de la escritura en el escenario americano”, 1989).

Es decir que, permiten la presentación concomitante de todos los datos, la posibilidad de cotejarlos, y el desarrollo de una capacidad más contemplativa frente a la historia, la sociedad, y el mundo. De ahí que Cardenal oralice su escritura como un modo de reflexionar sobre los hechos del pasado, construyendo desde el presente un nuevo discurso de la historia alejado del discurso oficial.

Cocom, que quiere decir en maya:
“Enredadera de flores amarillas, familia Somoza, Mata-Palo”
Aztecas los Ah Canul (guarda-espaldas).
Y los Cocom vendiendo a los mayas
vendiendo mayas a los extranjeros
“... y que assí truxo gente mexicana a Mayapán. Que
aquel Cocom fue primero el que hizo esclavos... ”

Mayapán”, en Los Ovnis de Oro.



Discurso oficial presentado entre comillas y en español antiguo, pero que, a su vez, está reinterpretado y reescrito con el aporte de su opinión personal. Porque en sus poemas, el poeta-historiador (13) nunca es neutral, sino que, con la utilización de la técnica del collage, presenta sucesos y cuadros simultáneos realizando, a partir de este montaje, los más diversos comentarios políticos. “El [poeta] es el que cuenta la historia y el que la lee (o la recibe mediante tradición oral). Entran en juego así, dos instancias de enunciación: la del pasado (dada a través de los sujetos incluidos por los textos ajenos) y la del presente que configura al poeta testigo o al poeta intérprete. El poeta es quien lee y escribe la historia del pasado y el presente, anticipando desde la lectura de la historia pasada, el futuro. Esta es la nueva ideología sobre lo poético, que permite hablar del sujeto básico del enunciado como doble del sujeto autoral delineando su poética: el escritor como historiador” (Porrúa Ana María, “Ernesto Cardenal: la estrategia del pasado”, en: Texto critico, nº 39, Revista del Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana, dir. Rodríguez Hernández Sixto, año XIX, julio – diciembre, México, 1998.)

Cuando venga el cambio de poder
cuando venga el gobierno de muchos
grandes serán sus jícaras
grandes los platos en que coman en común
entonces el Katún será establecido
el Katún del Árbol de la Vida
Veo ya a los generales detenidos
llevados presos.

8 Ahau”, en Los Ovnis de Oro.


El uso del pasado que hace Cardenal para opinar sobre el presente y el futuro de una sociedad donde lo histórico y lo político está objetado por el régimen somocista, puede considerarse más que un recurso, una estrategia de la escritura. Sus poemas son así, una suerte de bosquejo en el cual la historia puede rectificarse volviéndose a escribir. Frente a la destrucción de la memoria y de los valores comunitarios que impone el régimen, Cardenal contrapone una poesía que recupera fragmentos elididos del pasado.

[...] el tiempo es redondo se repite
pasado presente futuro son lo mismo
revoluciones del sol
revoluciones de la luna
revoluciones sinódicas de los planetas
y la historia también revoluciones
Se repiten
[...]
Y cada 260 años (un Año de años)
la historia se repite. Se repiten los katunes
Katunes pasados son los del futuro
historia y profecía son lo mismo

El Katún 8 Ahau era de lucha
y cambios políticos
y cada vez que volviera el 8 Ahau
habría luchas y cambios políticos
En el katún 8 Ahau “cayó Mayapán

Mayapán


Desde esta postura de poeta-historiador que va contando la historia verdadera de América, Cardenal configura una ideología sobre lo que para él es la misión de la poesía: interpretar el pasado para construir el futuro. Una misión que puede considerarse como el objetivo estético substancial de su poesía.

Escribimos en el Libro para los años futuros.
Los poetas, los
que protegemos al pueblo con palabras.
[...]
En palabras pintadas está el camino
en palabras pintadas el camino que hemos de seguir.
[...]
Mi deber es ser intérprete...

Mayapán


Intérprete de un tiempo mítico que “[...] ejercía una influencia determinante sobre el tiempo humano, en la medida en que el encuentro o la coincidencia de un momento de éste con uno de los momentos siempre presentes del tiempo mítico determinaba la sustancia del instante vivido. [...] la correspondencia de aquellos dirigía el orden de paso y de llegada, a la superficie terrestre de las fuerzas faustas e infaustas que actuaban sobre el individuo [...] Aquellas mismas combinaciones de fuerzas dirigían, de una manera más general, la dinámica del cosmos: ellas producían el cambio y el movimiento, a la vez que conformaban el tiempo”. (Gruzinski Serge, La colonización de lo imaginario, “Cap. I: La pintura y la escritura”, 1991.)

De ahí, la importancia del saber de los decodificadores de calendarios antiguos, pero también el poder que detentaban, al tener la capacidad de ayudar a modificar los destinos del hombre. Por eso, no es solamente el regreso de los katunes lo que propone Cardenal, sino la idea de que en la actualidad ese tiempo mítico se está repitiendo y que el enfrentamiento poético de las fuerzas y la resolución se dan conjuntamente en el presente. Para él, los indios americanos han hecho realidad la constitución de ese mundo utópico y han sabido mantener la solidaridad originaria aún en los tiempos en que fueron explotados. Pero en cualquiera de las dos posturas en que se presenten, ya sea como organizadores del universo o como marginales, simbolizan para el poeta, o bien la esperanza de un sistema social más justo, o bien la conciencia de una lucha por ese sistema. Es esta sociedad idílica la que aparece, frecuentemente, como opuesta a la actual civilización mercantilista, representada por Estados Unidos y sus producciones.

El hule maya para la Goodyear
el chicle maya para Chiclets Adams
La culpa fue de los militares, y ahora
en la pared de palma el calendario de CARLOS
OCHOMOGO Y HNOS
pin-up-puta peinándose
“Artículos de toda clase --- Los mejores Precios”
(y el almanaque Bristol)

Mayapán


Aunque también, esta visión del mundo que construye el poeta, se elabora desde la cotidianidad misma del habla, e inclusive desde la vulgaridad. Es una imagen poética que nace del lenguaje de la publicidad con sus slogans y sus clichés. Y en la constitución de esa imagen también se refleja el lenguaje coloquial con sus reiteraciones, frases explicativas y elipsis.

Palabras falsas. Palabras de locura
Hemos tenido el ataque de las malas lenguas.
(Los enemigos de nuestra comida)
Augurio de pésimos gobiernos...

8 Ahau


Esta aparente sencillez del lenguaje se complejiza al fundirse en una visión interior en donde el contenido histórico o actual, se desdobla en otros efectos casi escondidos que están dentro de la poesía y que vuelven decible lo indecible. Y para ello, muchas veces recurre a datos de la realidad, como la transcripción de testimonios:

En el katún 8 Ahau “cayó Mayapán
(dice el CHILAM BALAM DE
CHAMUYEL)
... “para vaciar de la ciudad de Mayapán
el poder amontonado en ella...


8 Ahau


Pero otras veces, estos datos pueden ser simples inscripciones, generalmente destacadas en mayúsculas, con el fin de remarcar la procedencia de las mismas y colocar en la estructura del poema una señal visible al lector.

[... ] Me interesan los Cocom
la familia Cocom (“Enredadera de flores amarillas”)
es decir mata-palo
y Mayapán “LA QUE TIENE MURALLAS”

Mayapán


También, la creación de esa imagen poética se conforma con otro elemento de vital importancia como es la utilización de nombres propios. Ellos permiten la constitución de un cuadro histórico-geográfico en que pueden leerse una clasificación y una amalgama de hechos sociales, políticos y culturales. Como pequeño ejemplo, valgan algunos de los nombres propios que aparecen en el poema “Mayapán”: Uaxactún, Tulúm, Ichpaahtún, Lacanhá, Chiapas, Usumacinta, Pusilhá, Tikal, Palenque, Copán, Yaxchilán, etc., que crean referencias materiales como un modo tangible de reproducir el pasado mítico.

No menos importante es el momento en que Cardenal pone de manifiesto el funcionamiento de su propio sistema poético, acentuando los momentos en que el pensamiento cambia de dirección e introduce un comentario al margen.

Eso ya lo dije antes (Período Clásico)
No me interesa ahora. Me interesa los Cocom

Mayapán


De ahí que el lenguaje de Ernesto Cardenal sea algo más que un recurso retórico. La supuesta simplicidad de su poesía, el uso de lo coloquial, del jingle, de los nombres propios, son el logro de su concepción unitaria de la realidad. La profusión de datos históricos, la interpretación de los mismos, la concepción de un tiempo único, vistos como los resultantes de una acción transformadora, se combinan para otorgarle esa originalidad a su poesía. Una poesía que puede considerarse nicaragüense en tanto aparecen continuamente referencias a la situación política de su país, pero que al mismo tiempo es continental, en tanto denuncia los mecanismos de explotación que se extienden a lo largo del territorio americano.

Desenterrada en Mayapán
- Carnegie Institution de Washington
la pobreza cultural de ese régimen militar!
Centralismo en Mayapán. Totalitarismo. Control sobre
Yucatán.

Mayapán


Porque “cada imagen, arraigada en la realidad contemporánea, se inserta como una fuente y directa crítica, y toda su expresión poética aparece como una conciencia que enjuicia” (Giorgis Jaime de, “Tres poemas de Ernesto Cardenal: Hora 0, Economía de Tahuantisuyu, Oración por Marilyn Monroe”, en: Cardenal Poeta de la Liberación Latinoamericana, Colección Estudios Latinoamericanos, Fernando García Cambeiro, Buenos Aires, 1975). Pero Cardenal, no se queda sólo en la denuncia, también está la profecía, con la que busca una eficaz comunicación con los hombres, para entregarles la palabra del origen, la palabra revolucionaria.

Mirad la luna, los árboles de la selva
para saber cuándo habrá un cambio de poder.
¿Qué clase de estela labraremos?
Mi deber es ser intérprete
vuestro deber (y el mío)
es nacer de nuevo.

8 Ahau


Estos poemas, desarrollados entre el tiempo mítico indígena y el tiempo apocalíptico actual, encierran sin embargo una utopía: la historia es cíclica y puede reconstruirse reiteradamente. Es una poesía que anuncia un nuevo tiempo, en donde el hombre volverá a vivir en una sociedad justa y solidaria; y donde la historia de América ya ocurrió, y está reescribiéndose otra vez. Un nuevo tiempo construido desde el desciframiento que el poeta hace de los relatos orales, las mitologías y los manuscritos americanos, con el aporte de una mirada moderna que renueva y amplía la lectura de esos textos.

Es decir, reescribir desde ellos la historia de América, recreando el pasado como un modo de preparar el futuro, para darle al hombre la oportunidad de “nacer de nuevo” a partir de la lucha y la hermandad.