19.2.09

Michel Houellebecq - Renaissance

RENACIMIENTO




I

Vista de un compartimiento de tren, el campo.
Un puré de verde. Una sopa de verde.
Con todos los detalles, en el fondo tan inútiles (árboles,
etc.) que sobrenadan, precisamente como grumos
en la sopa.
Todo esto da ganas de vomitar.


¡Qué lejos está, la fascinación de los años de la infancia!
La admiración por descubrir el paisaje que se escapa a través de la
ventana...

Una vaca que salta sobre otra... ¡Decididamente éstas
criaturas no dudan de nada!

Ridiculez de la vecina de enfrente.
La línea de sus pestañas forma un oblicuo chino, y su
boca una línea semejante, retractada hacia abajo, maliciosa.
Estoy seguro que ella me arrancaría los ojos con gusto.

Dejar de mirarla. ¿Puede ser peligrosa?...




LAS LÁMPARAS

Las lámparas alineadas en el centro del techo del vagón del tren se parecían a los pasos de un animal geométrico –un animal creado para iluminar al hombre. Las patas del animal eran rectángulos de esquinas ligeramente redondeadas; se espaciaban con regularidad, como huellas. Por momentos, una forma redonda se intercalaba entre las huellas de pasos –como si el animal, cuan una mosca gigante, hubiera apoyado irregularmente su trompa en el techo.

De todo aquello emanaba, hay que decirlo, una vida bastante inquietante.




Estación Boucicaut. Una luz líquida chorreaba sobre las bóvedas de baldosas blancas, y esa luz parecía –atroz paradoja– chorrear hacia lo alto.

Recién instalado en el tren, me sentí obligado a examinar la alfombra –una alfombra de caucho gris, sembrada de numerosas arandelas. Las arandelas estaban en ligero relieve; de repente, tuve la impresión de que respiraban. De nuevo, hice un esfuerzo para entrar en razón.




La información se mezcla como agujas
Vertidas en mi cerebro
Por la mano ciega del comentarista;
Tengo miedo
Desde las ocho las declaraciones crueles
Se suceden en mi receptor:
Muy alto, el sol brilla.

El cielo está ligeramente verde,
Como una iluminación de piscina;
El café está amargo,
En todas partes se asesina;
El cielo no alumbra más que ruinas.




Michel Houellebecq. Poesies, (1999)


Traducción: Javier Fernández Paupy & Romain Chat